Regreso a Irlanda donde Magic Flight, escasas semanas antes de que Autumn Wind fuera estabulado en La Zarzuela, se preparaba para parir su tercer potro.
Como siempre la yegua se retrasa. Es lenta y se toma su tiempo, pero la espera merece la pena por que cuando la hija de Lear Fan pasa de la semana fuera de cuentas siempre ha tenido en un macho en sus entrañas.
Y esta vez tampoco podía ser de otra manera. La madrugada del 5 de marzo de 2008 Magic Flight parió a un negrillo con una estrella en la frente. Grande, fuerte y compacto, el mejor de los tres que ha traído al mundo hasta el momento en lo que parece una correcta elección del semental. Su nombre, aunque no es definitivo, podría ser Ixion (fotografia de Magic Flight y su foal por Statue of Liberty en Kildangan tomada el 02/04/08).
Albert, enstusiasmado, decía por teléfono que el potro era muy bueno, el mejor de los hijos de la yegua. No en vano, el cruce repite el de Phantom Wind (Storm Cat-Lear Fan), habiendo inyectado Statue of Liberty hueso y potencia al foal.
Tras los primeros momentos, el potro se levantó rápidamente, comenzó a comer de su madre y todo fue viento en popa. Pasaron los días, el potro se fue asentando y Albert y Patrick, el veterinario, ya preparaban a Magic a fin de viajar en busca de su nuevo compañero de este año que, por el contrario a años pasados, reside a escasos kilómetros de Kilkock.
A comienzos de 2008, ante el rumbo que toma la economía e hipodromo españoles, y aconsejado por Albert, pensé que podría ser el momento de poner en venta a Magic Flight. La yegua, a pesar de su innegable calidad, parece producir potros atrasados y eso, siendo yo meramente criador y a la vista de la obsesión del mercado por la precocidad, es algo poco rentable. Magic es “la niña de mis ojos” y, previo a adoptar cualquier decisión con cartacter definitivo, he preferido buscarle un semental baratito en una yeguada cercana para reducir gastos.
La elección del semental ha sido en base a dos caracteristicas; fisico y precocidad. Buscaba mucha precocidad y un físico potente que, ademas, estuviera acompañado de un buen papel, por lo que fui a poner mis ojos en Kheleyf (USA) (por Green Desert).
Kheleyf es un negrillo que está estabulado en Kildangan Stud, la yeguada más importante de Darley en Irlanda, junto con sementales de la talla de Tiger Hill, Refuse to Bend, King’s Best, Iffrajj, Teofilo o Manduro entre otros, una yeguada que visité varias veces en el pasado y que siempre pensé que era sinónimo de calidad y de mimo hacia la cría de caballos de carreras.
Magic fue transportada hasta la yeguada la tarde del 31 de marzo de 2008 y desde ese momento comenzó un vía crucis que, si el tiempo no lo remedia, me llevará a pensar dos veces en volver a esa yeguada irlandesa.
La tarde del 1 de abril, escasas 24 horas después de llegar a Kildangan, recibí una llamada de Albert. Extraño día y hora para llamar, pero estando las otras yeguas próximas a parir pensé que había alguna novedad. Pero no. La llamada estaba relacionada con Magic y su foal, ya que me anunciaba que desde Kildangan se habían puesto en contacto con él para comunicarle que el foal había tenido un accidente inopinado a consecuencia de una patada.
Mi reacción fue inmediata. Llamé a Kildangan pero la oficina estaba cerrada. Busqué en la página web y localicé el móvil de la persona que había llamado a Albert comunicándole el accidente del foal. Quería saber más, tener toda la información de primera mano, y no iba a esperar al día siguiente para que me contaran qué estaba pasando.
A la segunda llamada me atendió uno de los trabajadores de Kildagan. Tras identificarme, pregunté qué había pasado y la explicación fue tan breve como absurda. La yegua, me dijo, ha dado una patada a su potro y parece estar cojo. En principio me quedé en silencio pero, pasados unos segundos, reaccioné como un ciclón. Imposible, dije, Magic Flight nunca haría eso a su potro, así que, continué, quiero saber la realidad de lo que ha pasado. El irlandés abundaba en una versión absurda e increible para mi y yo, cada vez más vehemente, insistía en lo absurdo e irreal de la historieta que me contaba.
Llegado un momento de la conversación, afilé el cuchillo y le dije; “La yegua nunca antes ha dado problemas, ha viajado con sus foals y siempre los ha cuidado muy bien, tiene un carácter excelente y el problema ha sido debido a la negligente actuación y cuidado por parte del personal de Kildangan a la hora de manejarlos. Esto, dije, en Coolmore nunca habría pasado. Es más, continué, siempre supe que era un error cambiar de yeguada y utilizar los servicios de Kiladangan”.
Como las explicaciones del representante de la yeguada eran siempre en el mismo sentido, opté por finalizar la conversación haciéndole saber que esperaba tener información puntual del estado del foal y que, además, les hacía responsables del estado del potro y de la yegua, así como que esperaba que adoptara todas las medidas y cautelas necesarias para mantenerlo bien y confortable.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana, el mismo representante de la Kildangan me llamó con el fin de pedirme una autorización por escrito para poder operar al potro. Mi reacción fue dura y sin miramientos. ¿Operarlo? de que, pregunté. Y seguí; Primero, le dije, quiero saber el cómo, cuándo y dónde, todo al detalle, qué ha pasa con el potro y qué lesión tiene, todo por escrito y con la firma del veterinario de la yeguada, qué intervención tenían prevista, porqué y dónde.
Adopté una postura firme, intransigente y, en momentos, un tanto agresiva. Sin la información que estaba exigiendo no autorizaría ninguna intervención y, de nuevo, le recordé que hacía único responsable a la yeguada de cualquier daño que pudiera padecer el potro.
Minutos después recibí una nueva llamada donde se me informaba que el potro y la yegua viajarían a Troytown Hospital y que, una vez allí, el potro sería visitado por el equipo veterinario del Hospital y se le sacarían rayos x. Me pareció razonable y asentí, de manera que madre e hijo viajaron al vecino Troytown y escasa hora y media después recibí una llamada desde el Hospital.
Como siempre la yegua se retrasa. Es lenta y se toma su tiempo, pero la espera merece la pena por que cuando la hija de Lear Fan pasa de la semana fuera de cuentas siempre ha tenido en un macho en sus entrañas.
Y esta vez tampoco podía ser de otra manera. La madrugada del 5 de marzo de 2008 Magic Flight parió a un negrillo con una estrella en la frente. Grande, fuerte y compacto, el mejor de los tres que ha traído al mundo hasta el momento en lo que parece una correcta elección del semental. Su nombre, aunque no es definitivo, podría ser Ixion (fotografia de Magic Flight y su foal por Statue of Liberty en Kildangan tomada el 02/04/08).
Albert, enstusiasmado, decía por teléfono que el potro era muy bueno, el mejor de los hijos de la yegua. No en vano, el cruce repite el de Phantom Wind (Storm Cat-Lear Fan), habiendo inyectado Statue of Liberty hueso y potencia al foal.
Tras los primeros momentos, el potro se levantó rápidamente, comenzó a comer de su madre y todo fue viento en popa. Pasaron los días, el potro se fue asentando y Albert y Patrick, el veterinario, ya preparaban a Magic a fin de viajar en busca de su nuevo compañero de este año que, por el contrario a años pasados, reside a escasos kilómetros de Kilkock.
A comienzos de 2008, ante el rumbo que toma la economía e hipodromo españoles, y aconsejado por Albert, pensé que podría ser el momento de poner en venta a Magic Flight. La yegua, a pesar de su innegable calidad, parece producir potros atrasados y eso, siendo yo meramente criador y a la vista de la obsesión del mercado por la precocidad, es algo poco rentable. Magic es “la niña de mis ojos” y, previo a adoptar cualquier decisión con cartacter definitivo, he preferido buscarle un semental baratito en una yeguada cercana para reducir gastos.
La elección del semental ha sido en base a dos caracteristicas; fisico y precocidad. Buscaba mucha precocidad y un físico potente que, ademas, estuviera acompañado de un buen papel, por lo que fui a poner mis ojos en Kheleyf (USA) (por Green Desert).
Kheleyf es un negrillo que está estabulado en Kildangan Stud, la yeguada más importante de Darley en Irlanda, junto con sementales de la talla de Tiger Hill, Refuse to Bend, King’s Best, Iffrajj, Teofilo o Manduro entre otros, una yeguada que visité varias veces en el pasado y que siempre pensé que era sinónimo de calidad y de mimo hacia la cría de caballos de carreras.
Magic fue transportada hasta la yeguada la tarde del 31 de marzo de 2008 y desde ese momento comenzó un vía crucis que, si el tiempo no lo remedia, me llevará a pensar dos veces en volver a esa yeguada irlandesa.
La tarde del 1 de abril, escasas 24 horas después de llegar a Kildangan, recibí una llamada de Albert. Extraño día y hora para llamar, pero estando las otras yeguas próximas a parir pensé que había alguna novedad. Pero no. La llamada estaba relacionada con Magic y su foal, ya que me anunciaba que desde Kildangan se habían puesto en contacto con él para comunicarle que el foal había tenido un accidente inopinado a consecuencia de una patada.
Mi reacción fue inmediata. Llamé a Kildangan pero la oficina estaba cerrada. Busqué en la página web y localicé el móvil de la persona que había llamado a Albert comunicándole el accidente del foal. Quería saber más, tener toda la información de primera mano, y no iba a esperar al día siguiente para que me contaran qué estaba pasando.
A la segunda llamada me atendió uno de los trabajadores de Kildagan. Tras identificarme, pregunté qué había pasado y la explicación fue tan breve como absurda. La yegua, me dijo, ha dado una patada a su potro y parece estar cojo. En principio me quedé en silencio pero, pasados unos segundos, reaccioné como un ciclón. Imposible, dije, Magic Flight nunca haría eso a su potro, así que, continué, quiero saber la realidad de lo que ha pasado. El irlandés abundaba en una versión absurda e increible para mi y yo, cada vez más vehemente, insistía en lo absurdo e irreal de la historieta que me contaba.
Llegado un momento de la conversación, afilé el cuchillo y le dije; “La yegua nunca antes ha dado problemas, ha viajado con sus foals y siempre los ha cuidado muy bien, tiene un carácter excelente y el problema ha sido debido a la negligente actuación y cuidado por parte del personal de Kildangan a la hora de manejarlos. Esto, dije, en Coolmore nunca habría pasado. Es más, continué, siempre supe que era un error cambiar de yeguada y utilizar los servicios de Kiladangan”.
Como las explicaciones del representante de la yeguada eran siempre en el mismo sentido, opté por finalizar la conversación haciéndole saber que esperaba tener información puntual del estado del foal y que, además, les hacía responsables del estado del potro y de la yegua, así como que esperaba que adoptara todas las medidas y cautelas necesarias para mantenerlo bien y confortable.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana, el mismo representante de la Kildangan me llamó con el fin de pedirme una autorización por escrito para poder operar al potro. Mi reacción fue dura y sin miramientos. ¿Operarlo? de que, pregunté. Y seguí; Primero, le dije, quiero saber el cómo, cuándo y dónde, todo al detalle, qué ha pasa con el potro y qué lesión tiene, todo por escrito y con la firma del veterinario de la yeguada, qué intervención tenían prevista, porqué y dónde.
Adopté una postura firme, intransigente y, en momentos, un tanto agresiva. Sin la información que estaba exigiendo no autorizaría ninguna intervención y, de nuevo, le recordé que hacía único responsable a la yeguada de cualquier daño que pudiera padecer el potro.
Minutos después recibí una nueva llamada donde se me informaba que el potro y la yegua viajarían a Troytown Hospital y que, una vez allí, el potro sería visitado por el equipo veterinario del Hospital y se le sacarían rayos x. Me pareció razonable y asentí, de manera que madre e hijo viajaron al vecino Troytown y escasa hora y media después recibí una llamada desde el Hospital.
El veterinario jefe me llamaba para decirme que no había motivo de preocupación por que después de haber sacado diferentes placas de rayos x al potro se había confirmado que el foal no tenía ninguna lesión y que su cojera era debida exclusivamente a la contusión.
Decir que la atención en Troytown ha sido magnifica y que alli trabaja un español de nombre Juan, un murciano muy amable, que calmó mi reocupación. Al potro no le pasa nada, me dijo, me animó a seguir criando y terminó diciendome que el foal le gustaba mucho.
Mejor así, pensé, aunque la desconfianza ya se había apoderado de mí por la forma tan mala de manejar la situación por los responsables de la yeguada.
Tras las radiografías, como el foal no tenía nada, Magic y el potro regresaron a Kildangan donde se quedaron estabulados a fin de que la yegua fuera servida por Kheleyf. Pasaron los días, le yegua fue montada pero no ovuló. Un nuevo problema que nunca antes había tenido lugar. Días después de esa primera cubrición la yegua fue servida de nuevo pero, otra vez, tampoco ovuló. Los días pasaban, la yegua no ovulaba y los veterinarios, sin permiso, le pusieron un implante de progesterona que se llama pri.
Ante esta situación llamé a Albert y los dos pensamos que lo más sensato era recoger la yegua para que la inspeccionara Patrick. Ya de vuelta a casa fue cuando nos enteramos que Magic tenía el implante que, una vez retirado, la yegua seguía sin dar señales de ovular y que eso impedía una nueva cubrición por que no salía en celo.
Mejor así, pensé, aunque la desconfianza ya se había apoderado de mí por la forma tan mala de manejar la situación por los responsables de la yeguada.
Tras las radiografías, como el foal no tenía nada, Magic y el potro regresaron a Kildangan donde se quedaron estabulados a fin de que la yegua fuera servida por Kheleyf. Pasaron los días, le yegua fue montada pero no ovuló. Un nuevo problema que nunca antes había tenido lugar. Días después de esa primera cubrición la yegua fue servida de nuevo pero, otra vez, tampoco ovuló. Los días pasaban, la yegua no ovulaba y los veterinarios, sin permiso, le pusieron un implante de progesterona que se llama pri.
Ante esta situación llamé a Albert y los dos pensamos que lo más sensato era recoger la yegua para que la inspeccionara Patrick. Ya de vuelta a casa fue cuando nos enteramos que Magic tenía el implante que, una vez retirado, la yegua seguía sin dar señales de ovular y que eso impedía una nueva cubrición por que no salía en celo.
Patrick recomendó una actuación sobre la yegua y mientras, yo, pregunté a mis amigos José Luis e Isabel, los veterinarios de Ulzama, quienes me contaron la función tiene el implante y que, rara vez pero no es insólito, el efecto secundario del mismo podría consistir en dejar a la yegua en anestro durante meses.
Han pasado los días y Magic Flight, gracias a Patrick y Albert, ha salido en celo y ha sido cubierta por Kheleyf. Ahora queda cruzar los dedos para que se haya quedado preñada y esperar a que sigan lloviendo las facturas que emiten Kildangan y veterinarios por servicios que desconozco y no he contratado aunque eso lo contare mas adelante cuando haya terminado el culebrón.
Esperemos que al final mi relación con la yeguada irlandesa de Darley mejore, termine enderezándose y con final feliz, aunque no lo veo fácil, por que de otra manera será harto difícil volver a pensar en ellos para el futuro.
Han pasado los días y Magic Flight, gracias a Patrick y Albert, ha salido en celo y ha sido cubierta por Kheleyf. Ahora queda cruzar los dedos para que se haya quedado preñada y esperar a que sigan lloviendo las facturas que emiten Kildangan y veterinarios por servicios que desconozco y no he contratado aunque eso lo contare mas adelante cuando haya terminado el culebrón.
Esperemos que al final mi relación con la yeguada irlandesa de Darley mejore, termine enderezándose y con final feliz, aunque no lo veo fácil, por que de otra manera será harto difícil volver a pensar en ellos para el futuro.
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