En esta época que nos ha tocado vivir, donde el marketing impone su Ley y la nobleza de corazón anda escondida y acojonada por que la busca un matón llamado dolar/euro para dar buena cuenta de ella, casi todo es un espejismo y poco es lo que parece; Se vive de las apariencias, del “show off”, en el “ande yo caliente….” y, en la mayoría de las ocasiones, el puro interés se esconde bajo el manto invisible de una supuesta amistad ya que muy pocos son quienes no se prostituyen para sacar algo.
En nuestro mundo, en nuestro sector, en los caballos, pasa exactamente igual. La nobleza de corazón, que no la otra de la que algunos presumen irrogándose el ser “de toda la vida”, parece que ya no tiene cabida entre nosotros. Y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Me hace gracia la expresión “de toda la vida”, porque no se quien tiene la capacidad de atribuirse el quien sí lo es y quien no, quien puede ser tan soberbio y memo a la vez como para incluir o excluir a nadie de un grupo abstracto que en la mayoría de las ocasiones sólo concita a varias personas unidos por un interés común y que se creen mejor que el resto.
Esa expresión “de toda la vida”, cateta a más no poder, es para mi sinónimo snobismo y de eso que ahora también es llamado pijo.
Viene a mi memoria cuando me explicaron cómo se acuñó el término británico “snob”. Según recuerdo, coincidiendo con la revolución industrial las universidades de Oxford y Cambridge abrieron sus puertas a estudiantes que eran hijos de empresarios y a otros, los becados, que por su capacidad fueron aceptados para formar parte de aquellas aulas.
Comoquiera que a la llegada de cada estudiante era inscrito por el Mayordomo en el libro del “college” con el título que en aquel momento llevaba su familia, aquellos que llegaban “huérfanos” de título por ser hijos de empresarios, o por ser becados, eran inscritos con la expresión lapidaria “Sine Nobilitas”. Y como esa expresión era demasiado larga en poco tiempo fue sustituida por su abreviatura; Snob.
El snob era el recién llegado procedente de una familia con dinero que no llevaba titulo y que, por diferentes circunstancias, había tenido acceso a un lugar de privilegio. Es decir, que el snob, el pijo, es lo que otros han dado en llamar un “just arrived” y eso que en francés se conoce como un “par venir”.
Una vez adquirido su estatus el snob, imita con afectación las maneras, las opiniones, formas y los gustos de aquellos a quienes considera distinguidos o de clase social alta para aparentar ser igual que ellos y en su deseo de pertenecer a la élite procuraba reproducir el comportamiento de una clase social o intelectual a la que consideran superior tratando con desprecio a aquellos a quienes consideran inferiores.
Pues en pleno siglo XXI, con una situación económica que está haciendo tremendo daño en todos los sectores, y como es natural también en el hipódromo y en la cría nacional, leo con asombro cómo un snob recalcitrante ha venido a destapar el tarro de las esencias más putrefactas para poner firmes a los criadores pequeños y con medios limitados a base a dar clases de pedigrí y lecciones de cómo de gorda tiene que ser la cuenta corriente del criador para poder formar parte del grupo. ¡Apaga y vámonos!
Una de las grandes virtudes de la cria irlandesa es que nadie está excluido de ningun sitio. Imagino que en Francia y UK será igual aunque no lo conozco. Aquellos, los irlandeses, han sabido dar su sitio al pequeño criador que con mucho esfuerzo es capaz de enviar su/s yeguas todos los años a sementales de cierta calidad para, poco a poco, mejorar el nivel de su cabaña y poder aspirar a cada vez más.
Las grandes yeguadas irlandesas tratan al pequeño criador como si de uno grande se tratara; le ofrecen los mismos servicios que a este aunque, en las más de las ocasiones, la yeguada hace un esfuerzo, le negocia los precios y le hace la vida agradable con el fin de fidelizarlo como criador para el futuro.
Nadie mira el pedigrí de nadie, nadie pregunta desde cuando está en este mundo de la cría, nadie menosprecia a nadie por que sea un snob, un just arrived o un par venir; todos son bien recibidos por que, partiendo de que esto es un negocio, todo el mundo es igual a la hora de pagar (y cada uno lo hace en función de sus posibilidades y de lo que quiere gastar).
Es curioso que el snob de turno haya pretendido hacer un vagón con criadores de primera, y dejarnos a los nuevos y pequeños en el de segunda, tomando como base el “llevar en esto 30 años” y posición económica.
En un momento donde peligra todo un sector de tanta enjundia para nuestro hipódromo; ¿Se puede ser más inoportuno? ¿Se puede ser tan ignorante como para excluir al pequeño por que no es “de toda la vida”? Con la desaparición de los Villapadierna, Villamejor, Valderas, Cimera, Valderas, Blasco y demás grandes de nuestra cría, con la nula aparición Real por La Zarzuela, poco quedan que puedan pasar la prueba del algodón y presumir de ser de “toda la vida”.
Los habrá que llevan mas años que los demás, cierto, pero eso no da derecho a otra cosa que a haber pagado más tiempo que los demás (si es que han pagado, claro, que esa es otra).
Si nos ponemos puristas es que medio turf mundial tampoco pasa esa prueba del algodón para determinar quien es de toda la vida y quien un just arrived.
El mismo Sheikh, adorado por muchos ya que ha sido benefactor de la cría mundial durante años (y por algunos españoles a quienes ha bendecido determinadas condiciones especiales) no pasaría la prueba del pedigrí de toda la vida ya que no lleva en esto más de 30 años.
Sangster, el monstruo de los 80 que vino reventar el mercado en Keeneland, Fasig Tipton y Tattersalls con compras millonarias, propietario de Sadler’s Wells, Caerleon y tantos otros, con su background de heredero de una casa de apuesta seria otro “just arrived” que no tendría cabida en el criterio de “toda la vida”.
De Tabor y Smith, mas de lo mismo; De Magnier……. sin comentarios; los árabes que pululan con los fajos de billetes en las alforjas durante las ventas aquí serian despreciados por no estar a la altura del criterio chauvinista “de toda la vida” que alguno quiere imponer para despreciar al resto (o igual no por que, claro, como tienen pasta hay que adorarlos como al vellocino de oro pero solo mientras les dure por que luego se les da la espalda y puñalada trapera).
Pero es que otros que hoy sí tienen la consideración de “de toda la vida” que en base al criterio de según quienes no tenían que haber sido admitidos en la elite al ser considerados unos just arrived. Buenos ejemplos…….. el Aga Khan, que vino a poner patas arriba el mercado con inversiones de mareo en yearlings; el Marajah de Kapurtala; Marcel Boussac, un magnate del sector textil sin “background” hípico; el industrial Galbreath y su caballo Roberto tampoco estarían en el “grupo” y así un sin fin de nombres.
Aquí no sobra nadie; Es más, hay que fomentar la llegada de nuevos, mientras más mejor, para construir una cría nacional fuerte y sólida con el fin de que nuestros potros puedan correr con dignidad en cualquier pista.
Y quien piense lo contrario, quien pretenda poner coto cerrado a nuestra cría en base a criterios arteros que ni él mismo cumple, tiene un problema grave que solucionar. Pese a quien pese en esta casa todos tenemos cabida, que afición, tiempo y dinero son juez y parte para poner a cada uno en su sitio.
En nuestro mundo, en nuestro sector, en los caballos, pasa exactamente igual. La nobleza de corazón, que no la otra de la que algunos presumen irrogándose el ser “de toda la vida”, parece que ya no tiene cabida entre nosotros. Y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Me hace gracia la expresión “de toda la vida”, porque no se quien tiene la capacidad de atribuirse el quien sí lo es y quien no, quien puede ser tan soberbio y memo a la vez como para incluir o excluir a nadie de un grupo abstracto que en la mayoría de las ocasiones sólo concita a varias personas unidos por un interés común y que se creen mejor que el resto.
Esa expresión “de toda la vida”, cateta a más no poder, es para mi sinónimo snobismo y de eso que ahora también es llamado pijo.
Viene a mi memoria cuando me explicaron cómo se acuñó el término británico “snob”. Según recuerdo, coincidiendo con la revolución industrial las universidades de Oxford y Cambridge abrieron sus puertas a estudiantes que eran hijos de empresarios y a otros, los becados, que por su capacidad fueron aceptados para formar parte de aquellas aulas.
Comoquiera que a la llegada de cada estudiante era inscrito por el Mayordomo en el libro del “college” con el título que en aquel momento llevaba su familia, aquellos que llegaban “huérfanos” de título por ser hijos de empresarios, o por ser becados, eran inscritos con la expresión lapidaria “Sine Nobilitas”. Y como esa expresión era demasiado larga en poco tiempo fue sustituida por su abreviatura; Snob.
El snob era el recién llegado procedente de una familia con dinero que no llevaba titulo y que, por diferentes circunstancias, había tenido acceso a un lugar de privilegio. Es decir, que el snob, el pijo, es lo que otros han dado en llamar un “just arrived” y eso que en francés se conoce como un “par venir”.
Una vez adquirido su estatus el snob, imita con afectación las maneras, las opiniones, formas y los gustos de aquellos a quienes considera distinguidos o de clase social alta para aparentar ser igual que ellos y en su deseo de pertenecer a la élite procuraba reproducir el comportamiento de una clase social o intelectual a la que consideran superior tratando con desprecio a aquellos a quienes consideran inferiores.
Pues en pleno siglo XXI, con una situación económica que está haciendo tremendo daño en todos los sectores, y como es natural también en el hipódromo y en la cría nacional, leo con asombro cómo un snob recalcitrante ha venido a destapar el tarro de las esencias más putrefactas para poner firmes a los criadores pequeños y con medios limitados a base a dar clases de pedigrí y lecciones de cómo de gorda tiene que ser la cuenta corriente del criador para poder formar parte del grupo. ¡Apaga y vámonos!
Una de las grandes virtudes de la cria irlandesa es que nadie está excluido de ningun sitio. Imagino que en Francia y UK será igual aunque no lo conozco. Aquellos, los irlandeses, han sabido dar su sitio al pequeño criador que con mucho esfuerzo es capaz de enviar su/s yeguas todos los años a sementales de cierta calidad para, poco a poco, mejorar el nivel de su cabaña y poder aspirar a cada vez más.
Las grandes yeguadas irlandesas tratan al pequeño criador como si de uno grande se tratara; le ofrecen los mismos servicios que a este aunque, en las más de las ocasiones, la yeguada hace un esfuerzo, le negocia los precios y le hace la vida agradable con el fin de fidelizarlo como criador para el futuro.
Nadie mira el pedigrí de nadie, nadie pregunta desde cuando está en este mundo de la cría, nadie menosprecia a nadie por que sea un snob, un just arrived o un par venir; todos son bien recibidos por que, partiendo de que esto es un negocio, todo el mundo es igual a la hora de pagar (y cada uno lo hace en función de sus posibilidades y de lo que quiere gastar).
Es curioso que el snob de turno haya pretendido hacer un vagón con criadores de primera, y dejarnos a los nuevos y pequeños en el de segunda, tomando como base el “llevar en esto 30 años” y posición económica.
En un momento donde peligra todo un sector de tanta enjundia para nuestro hipódromo; ¿Se puede ser más inoportuno? ¿Se puede ser tan ignorante como para excluir al pequeño por que no es “de toda la vida”? Con la desaparición de los Villapadierna, Villamejor, Valderas, Cimera, Valderas, Blasco y demás grandes de nuestra cría, con la nula aparición Real por La Zarzuela, poco quedan que puedan pasar la prueba del algodón y presumir de ser de “toda la vida”.
Los habrá que llevan mas años que los demás, cierto, pero eso no da derecho a otra cosa que a haber pagado más tiempo que los demás (si es que han pagado, claro, que esa es otra).
Si nos ponemos puristas es que medio turf mundial tampoco pasa esa prueba del algodón para determinar quien es de toda la vida y quien un just arrived.
El mismo Sheikh, adorado por muchos ya que ha sido benefactor de la cría mundial durante años (y por algunos españoles a quienes ha bendecido determinadas condiciones especiales) no pasaría la prueba del pedigrí de toda la vida ya que no lleva en esto más de 30 años.
Sangster, el monstruo de los 80 que vino reventar el mercado en Keeneland, Fasig Tipton y Tattersalls con compras millonarias, propietario de Sadler’s Wells, Caerleon y tantos otros, con su background de heredero de una casa de apuesta seria otro “just arrived” que no tendría cabida en el criterio de “toda la vida”.
De Tabor y Smith, mas de lo mismo; De Magnier……. sin comentarios; los árabes que pululan con los fajos de billetes en las alforjas durante las ventas aquí serian despreciados por no estar a la altura del criterio chauvinista “de toda la vida” que alguno quiere imponer para despreciar al resto (o igual no por que, claro, como tienen pasta hay que adorarlos como al vellocino de oro pero solo mientras les dure por que luego se les da la espalda y puñalada trapera).
Pero es que otros que hoy sí tienen la consideración de “de toda la vida” que en base al criterio de según quienes no tenían que haber sido admitidos en la elite al ser considerados unos just arrived. Buenos ejemplos…….. el Aga Khan, que vino a poner patas arriba el mercado con inversiones de mareo en yearlings; el Marajah de Kapurtala; Marcel Boussac, un magnate del sector textil sin “background” hípico; el industrial Galbreath y su caballo Roberto tampoco estarían en el “grupo” y así un sin fin de nombres.
Aquí no sobra nadie; Es más, hay que fomentar la llegada de nuevos, mientras más mejor, para construir una cría nacional fuerte y sólida con el fin de que nuestros potros puedan correr con dignidad en cualquier pista.
Y quien piense lo contrario, quien pretenda poner coto cerrado a nuestra cría en base a criterios arteros que ni él mismo cumple, tiene un problema grave que solucionar. Pese a quien pese en esta casa todos tenemos cabida, que afición, tiempo y dinero son juez y parte para poner a cada uno en su sitio.
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