domingo, 15 de junio de 2008

Las Mil y Una Noches, o una pesadilla con Kildangan

Las Mil y Una Noches es el nombre de una recopilación de relatos que fue traducido del árabe por el francés Antoine Galland a comienzos de 1700 y que, de una manera u otra, bien se podría utilizar para ilustrar cómo ha transcurrido la temporada de cría que está a punto de finalizar.

En el relato del francés se cuenta cómo un califa traicionado por su esposa, convencido que todas las mujeres son infieles, decidió no volver a confiar nunca más en ninguna de ellas. Tras tomar esa decisión ordenó a su visir que cada noche tendría que conseguirle una nueva amante que, al alba del día siguiente, sería ejecutada.

En cierta ocasión una joven de nombre Shecherezade se ofreció voluntaria para pasar la noche con el califa aunque, gracias a su habilidad e inteligencia, corrió mejor suerte que sus antecesoras por que consiguió entretener a su amante con un cuento. Llegado el alba la joven amante interrumpió su relato y prometió al califa que si la dejaba vivir continuaría el relato a la noche del día que estaba despuntando.

Shecherezade fue enlazando historias una tras otra, haciendo imaginar al califa con cada uno de sus relatos que viajaba por todo el Oriente, India, Persia, Uzbekistan o Tajikistan, y así se mantuvo durante mas de 1000 noches consecutivas. El relato termina con un final feliz por que el califa, que se enamoró de su Shechrzade, le conmutó la pena a su amada y tuvo con ella tres hijos.

Esto, que es un cuento de final feliz, nada tiene que ver con las 1001 pesadillas que durante la presente temporada de cría he tenido que vivir a costa de los poco diligentes responsables de Kildagan Stud, la yeguada irlandesa del Sheik Mohammed.

Admito que no me atraía nada la idea no enviar las yeguas a Coolmore, pero el consejo de un amigo y una serie de circunstancias externas a mi forma de pensar, han dado con los huesos de Amorada, Magic Flight y Tetralogy en Kildangan.

Esta yeguada más propia de un Palacio de las Mil y Una Noches, está situada en Kildare y fue adquirida a Mr. Osborne a comienzos de los 90, habiendo sido famoso en su día el gesto del Sheik de permitir que su antiguo propietario, uno de los criadores más importantes de su tiempo en Irlanda, continuara morando la magnífica casa de la finca hasta su fallecimiento.

Todavía está vívido en mi memoria, en la primera visita que giré a la finca, la presencia en la lejanía de un señor en una silla de ruedas, con las piernas tapadas por una manta y acompañado de una enfermera sentada próxima a él, en las inmediaciones de la pista de tenis de la finca.

Una vez que el Sheik compró la yeguada comenzaron las reformas y en poco tiempo Kildangan paso a ser un “lujo asiático” en mitad de la verde campiña irlandesa, un palacio propio de las Mil y Una Noches que, para mi, ha sido una pesadilla y un tormento.

La primera de las tres yeguas en pisar Kildagan fue Magic Flight. La hija de Lear Fan, que había parido el 6 de marzo un bonito negrillo, desembarcó en la yeguada la tarde del lunes 31 de marzo dispuesta a pasar unos días en el Palacio del Califa, a razón de casi 40 € diarios, para visitar a su novio de 2008; Kheleyf.

La yegua, ejemplo de regularidad en la cría, buen carácter y facilidad de manejo, nunca ha dado problemas, se ha quedado llena sin dar complicaciones y, lo más importante, su trato es sumamente fácil por que su temperamento es excepcionalmente bueno (y no exagero nada). Pues bien, la tarde del 1 de abril recibí una llamada de Albert que me comunicaba que, según le había comunicado personal de Kildangan, el foal de Magic había sufrido un accidente.

Mi reacción fue inmediata. Llamé a Kildangan, aunque la oficina estaba cerrada. Insistí en el móvil de uno de los responsables de la yeguada quien, con una actitud terca, manifestó reiteradamente que la propia yegua era la responsable del accidente. “Incierto” insistía yo, “Magic no da patadas y menos aun a su foal”, continué, mientras que el irlandés, vehemente y encastillado, mantenía una versión absurda de los hechos sin querer reconocer responsabilidad alguna por la falta de un manejo profesional y apropiado de madre e hijo. Mientras él mas insistía en su “cuento” más razones le aducía yo sobre lo absurdo de su relato, finalizando la conversación de forma abrupta, cansado de escuchar tanta tontería de boca del irlandés, con un “let’s make the foal confortable and let’s send me a report of your vet about him”

A primera hora del día siguiente, sentado en mi despacho, recibí una llamada de la misma persona con quien había hablado la tarde anterior. Este “señorito”, que en todo momento ha tenido la pretensión de lavarse las manos ante el incidente, me pedía que le facilitara un número de fax para así enviarme un documento, que yo tendría que devolver vía fax firmado a Kildangan, dando mi autorización para la realización de pruebas, rayos x e incluso someter al foal a sedación para una posible operación quirúrgica, a la vez que eximía a la yeguada y a los veterinarios de cualquier responsabilidad por estar yo informado y ser conocedor de los hechos.

Este nuevo “cuento” del subalterno del visir consiguió que mis ya poco templados nervios saltaran por los aires y que toda mi preocupación se transformara en ira incontenida contra la actitud artera y chuleta de este tiranuelo irlandés que se cree alguien por ostentar un carguito en el Palacio del califa; “Si te has creído que me voy a asustar y me vas a chulear vas listo”, me dije, y arremetí contra el infiel con mano dura y exigiendo todo aquello que como propietario y pagano de facturas me corresponde.

La falta de principios del jodido irlandés consiguió exasperarme hasta el punto de hacerle saber, en todo desabrido, que les hacía responsables de cualquier problema que pudiera tener el foal de presente y futuro, amen de recordarle la falta de profesionalidad de la yeguada que aun a esa hora no me había informado de qué problema tenía el potro, si comía o no, dónde estaba, qué había ocurrido, qué medidas habían adoptado y, sobre todo, cuál era el diagnóstico y qué habían pensado para poner remedio, manifestándole que no serían de mi cuenta ni una sola de las facturas generadas a consecuencia de su negligente manejo de madre e hijo.
Esto mismo, vía email, se lo hice llegar a una de las secretarias de la yeguada para que lo pusiera de manifesto al visir, el manager de la yeguada, en esa fecha de viaje en Australia.

El hombrecito o bien se contuvo o se amilanó: Ni lo se, ni me importa, pero desde ese momento se me informó puntualmente de todo movimiento de la yegua. Magic Flight fue enviada a Trytown Hospital y desde allí, nada más llegar el potro, tuve una llamada del veterinario jefe que, detalladamente, me informó de cómo, cuándo y dónde. Tras la conversación en inglés pasó el teléfono a un veterinario español de nombre Juan, un murciano simpático que trabaja con ellos, quien me explicó al detalle lo mismo que su jefe (pero en español y por si acaso), siendo el propio Juan quien, además de alabar al foal, me hizo ver el buen carácter de Magic que, suelta y próxima a su hijo, no había hecho otra cosa que relinchar al ver a su foal rodeado de personas.

El subalterno idiota y empachado de cargo en el palacio califal lo primero que tiene que hacer es aprender a no mentir a los clientes y, acto seguido, asumir las consecuencias derivadas de la responsabilidad del lugar que ocupa y de las personas que están a su cargo, por que Magic Flight, a pesar de los muchos cuentos que de las Mil y Una Noche que me quisiera contar para evitar asumir la cuota parte de culpa que tiene en el accidente, como buen quitavergüenzas del visir del califa, es una magnifica madre que nunca haría daño a su hijo.

Ese mismo día, y tras haber sido informado de que los rayos x del foal demostraban que el golpe era tan sólo un susto y que el potro estaba perfecto, Magic y su hijo regresaron a Kildangan donde, desde ese momento, deberían de haber sido tratados como el califa lo hacía con su amada Shecherezade. Pero no fue así porque la pesadilla continuó.

Desde el 2 de abril Kildagan comenzó a emitir dos informes diarios sobre el estado del potro pero Magic, que viajo con buen celo y que nunca habia tenid problemas, no ovulaba. Los dias se fueron sucediendo y la yegua, siempre regular, este año parecia no estar dispuesta a quedarse preñada.

Asi las cosas pedí a Albert que se la llevara de vuelta a casa y que volviera a llevarla más adelante.

En Clarkstown la yegua fue revisada por Patrick McGrath, el veterinario de Albert, quien descubrio que Magic era portadora de un implante de progesterona (pri) que tendria que haber sido retirado una vez transcurridos 9 dias desde que se le implantó y que, como efecto secundario, puede dejar a la yegua en situacion de anestro.

Lo único positivo ha sido que en el interim de ambos viajes Amorada ha sido cubierta por Iffrajj y que la alazana parece haber salvado la poca confianza que me quedaba en la yeguada irlandesa al ser la unica preñada en su momento.

Ya en mayo, veinte dias después de haber sido recogida, Magic volvió a Kildangan aunque esta vez lo hizo acompañada de Tetralogy. Ambas yeguas han estado varios dias estabuladas en la yeguada pero las dos han regresado vacias.

Con la temporada finalizada y dos de las tres yeguas que les he enviado vacias, ahora llega el momento de las facturas y, a fe de ser sincero, estos de Kildangan no paran de sorprenderme. Hasta 4 veterinarios diferentes esperab que pague para hacer frente al desaguisado de Magic Flight. A saber: Troytown Equine por la asistencia al potro (radiografias), Phoenix Equine (contratados para suministrar medicamentos al potro), los propios veterinarios de Kildangan y Somerton Hospital que es quien ha intentado sacar a la yegua adelante para poder dejarla preñada tras el desaguisado de la progesterona. Increíble y rayando el timo!!!!

El resumen de mi experiencia con Kildagan es desastroso; mala atención irresponsabilidad, pesima información, desatención y, para colmo, estratosfericamente caro.

Por cierto: me consta que el subalterno del visir ha expresado a Albert su sorpresa y protesta por mi actitud, pero me importa un bledo lo que diga. Mis yeguas son sumamente importantes para mi, son la base fundamental de lo que es una pasion que corre por mis venas desde hace años, y no voy a dejar que ningun listo las desdeñe por muy responsable de Kildangan que sea.
Este tipo de yeguada y de personas, deben de aprender a que aun quedan criadores/propietarios preocupados por sus yeguas para quienes nuestro caballos son mucho mas que un numero o el signo del dolar, y que por eso nos interesamos personalmente por su estado y las defendemos como si de nuestra familia se tratara.
Espero no verte la cara otra vez subalterno del visir, pero si eso ocurre ten por seguro que levantare la cabeza para hacerte ver que la diferencia entre tu puesto y yo es abismal. Y............ arrieritos somos.

1 comentarios:

The gay traveller dijo...

me parto, me parto.... jajjajja, además de simpatic, rencorosillo.
Bss.F