viernes, 21 de enero de 2011

La adivinanza (III)

Alto alto como un pino, pesa menos que un comino ….


Casa en Donosti afirma poseer el declarante, aunque cuentan que ni para pipas su bolsillo alcanza por que todo se lo gasta en tinte.

La inquina que se profesan es propia de Montescos y Capuletos. Si tuvieran los cojones de meterse mano para zanjar sus diferencias otro gallo cantaría, aunque eso es cosa de hombres y me temo que son flojos de remos.

Lloraba y se quejaba amargamente por que no sabia, ni podía, quitarse el problema de encima. El tiempo dira si abrira la mano con facilidad o volvera a la carga en cuanto pueda.

Tanto monta, monta tanto, escudero y vasallo. Dos de los elementos turfísticos más ilustres de nuestro espectro andan a la greña por un quítame allá esas pajas. La trifulca promete.

¿Será verdad que acompaña a papá los días que acude al hipódromo para evitar que le pongan las maletas en la calle por que se juega hasta las pestañas?.

Dicen que son compañeros de algo más que mesa y mantel y que por eso está al día de todo. Si así fuera, a esa ecuación le falta una variante que no tardaremos mucho en descubrir.

La violencia en cualquiera de sus formas es el miedo a los ideales de los demás.

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