El pasado día 9 se cumplió el 50 aniversario de la muerte de Hyperion, el fundador de una estirpe que tuvo que ser sacrificado el 9 de diciembre de 1960 a consecuencia de los achaques derivados de su avanzada edad.
Lord Derby, que conocía bien los problemas físicos que venia padeciendo desde hacia tiempo, había advertido a Bunty Scopre, manager de Woodland Stud, que le avisaran cuando Hyperion hubiera muerto porque no quería saberlo con antelación para evitar la tristeza de tener que despedirse de su viejo amigo.
Aquel frío 9 de diciembre Scrope telefoneó a Fred Day, el veterinario de Derby, para hacerle saber que el campeón estaba padeciendo infinitamente y que había que buscar la formula de calmarle el dolor físico provocado por la artrosis y el reuma que habían provocado que uno de sus pies quedara paralizado ocasionándole una profunda angustia mental sin posibilidad de alivio.
El veterinario acudió a Woodlands y, tras la inspección al semental que tenía bajo su cargo desde hacia quince años, se preparó para aliviarle sufrimiento con una inyección que primero lo durmió y después paró su corazón. Hyperion, a sus treinta años, murió en la que había sido su cuadra desde finalizó su vida de carreras.
Esa noche Derby, que tenía un grupo de amigos invitados en Standley House, sacó una botella de brandy Napoleón que había abierto coincidiendo con la última visita de Sir Winston Churchill y cuenta que brindó a la salud del campeón con lágrimas en los ojos. Aquella botella, vacía, se conserva en una urna de cristal.
Con la muerte del alazán se cerró uno de los capítulos más brillantes de la historia de las carreras de caballos en el Reino Unido, se forjó un mito y, lo más importante, se consolidó una línea cuya sangre e influencia ha sido determinante en la moderna cría del purasangre.
La historia de Hyperion, como la de muchos campeones, es poco corriente desde su nacimiento hasta su muerte, estuvo marcada por la era en que vivió, los nombres de quienes tuvieron influencia en su carrera en la pista y en la yeguada y, especialmente, por la fuerte personalidad del alazán.
Pero veamos cómo la fortuna de unos es la mala suerte de otros y cómo el destino jugó en la familia de este alazán que, dicen, soñaba con volar.
Corría el año 1869 cuando Mr. Blenkiron adquirió una yegua de nombre Fenella (por Cambuscan) al Conde de Lagrange para reinstaurar en las Islas esa familia perdida desde hace años. En 1878, tras el nacimiento de un foal que más tarde se llamó Douranee, Mr. Blenkiron vendió a Fenella a un criador austriaco aunque poco después, debido a los éxitos de Douranee en la pista, el Duque de Westminster removió cielo y tierra hasta encontrarla para incorporarla a su yeguada.
Retirada a la yeguada tras su buena vida de carreras, Douranee se mostró una yegua de cría más bien mediocre y en 1889 el Westminster la vendió junto con Ormonde a un criador argentino de nombre Juan Boucau.
La importación de Fenella al Reino Unido fue la primera pieza del puzzle y la segunda, fruto de la suerte, fue que antes de ser exportada Douranee dejó tras de si una hembra de nombre Dongola (por Doncaster) que corrió discretamente en las pistas. En 1901 Dongola fue servida por Loved One y al año siguiente, ya propiedad de Henry Warig, nació Gondolette quien la sacó a vender de yearling en subasta donde fue adquirida en la modesta suma de 75 guineas por el Mayor Edwardes.
Gondolette ganó una buena carrera de venta en Epsom para su propietario y la potra fue adquirida en 800 guineas por Lord Westbury, en lo que fue un negocio redondo para Edwardes y pésimo para Westbury, quien poco después la vendió a Lord Wavertree en escasas 400 libras.
En 1912 Wavertree, propietario de lo que ahora es el Irish National Stud y excéntrico criador que creía en la influencia de las estrellas y en el horóscopo, puso a la venta en subasta a Gondolette que, preñada de Minoru, fue rematada para Derby en 1.150 guineas, suponiendo esta compra el definitivo golpe de suerte para el futuro de esta rama de la familia la 6e que se remonta a Old Bald Peg.
Gondolette físicamente era común y no destacaba especialmente, aunque estaba marcada con un carácter muy independiente y odiaba relacionarse con el resto de las yeguas del prado. Siempre solitaria, ninguna de sus compañeras de prado se le acercaba, insistía en acudir al abrevadero sola y si alguna otra yegua se acercaba mientras bebía las despachaba rápidamente guiñando las orejas y emitiendo con un gruñido. Todo un carácter.
En 1913, incorporada por Derby a Woodlands Stud, Gondolette parió su primer producto para su propietario; Una hembra castaña que fue bautizada como Serenissima.
Lord Derby, que conocía bien los problemas físicos que venia padeciendo desde hacia tiempo, había advertido a Bunty Scopre, manager de Woodland Stud, que le avisaran cuando Hyperion hubiera muerto porque no quería saberlo con antelación para evitar la tristeza de tener que despedirse de su viejo amigo.
Aquel frío 9 de diciembre Scrope telefoneó a Fred Day, el veterinario de Derby, para hacerle saber que el campeón estaba padeciendo infinitamente y que había que buscar la formula de calmarle el dolor físico provocado por la artrosis y el reuma que habían provocado que uno de sus pies quedara paralizado ocasionándole una profunda angustia mental sin posibilidad de alivio.
El veterinario acudió a Woodlands y, tras la inspección al semental que tenía bajo su cargo desde hacia quince años, se preparó para aliviarle sufrimiento con una inyección que primero lo durmió y después paró su corazón. Hyperion, a sus treinta años, murió en la que había sido su cuadra desde finalizó su vida de carreras.
Esa noche Derby, que tenía un grupo de amigos invitados en Standley House, sacó una botella de brandy Napoleón que había abierto coincidiendo con la última visita de Sir Winston Churchill y cuenta que brindó a la salud del campeón con lágrimas en los ojos. Aquella botella, vacía, se conserva en una urna de cristal.
Con la muerte del alazán se cerró uno de los capítulos más brillantes de la historia de las carreras de caballos en el Reino Unido, se forjó un mito y, lo más importante, se consolidó una línea cuya sangre e influencia ha sido determinante en la moderna cría del purasangre.
La historia de Hyperion, como la de muchos campeones, es poco corriente desde su nacimiento hasta su muerte, estuvo marcada por la era en que vivió, los nombres de quienes tuvieron influencia en su carrera en la pista y en la yeguada y, especialmente, por la fuerte personalidad del alazán.
Pero veamos cómo la fortuna de unos es la mala suerte de otros y cómo el destino jugó en la familia de este alazán que, dicen, soñaba con volar.
Corría el año 1869 cuando Mr. Blenkiron adquirió una yegua de nombre Fenella (por Cambuscan) al Conde de Lagrange para reinstaurar en las Islas esa familia perdida desde hace años. En 1878, tras el nacimiento de un foal que más tarde se llamó Douranee, Mr. Blenkiron vendió a Fenella a un criador austriaco aunque poco después, debido a los éxitos de Douranee en la pista, el Duque de Westminster removió cielo y tierra hasta encontrarla para incorporarla a su yeguada.
Retirada a la yeguada tras su buena vida de carreras, Douranee se mostró una yegua de cría más bien mediocre y en 1889 el Westminster la vendió junto con Ormonde a un criador argentino de nombre Juan Boucau.
La importación de Fenella al Reino Unido fue la primera pieza del puzzle y la segunda, fruto de la suerte, fue que antes de ser exportada Douranee dejó tras de si una hembra de nombre Dongola (por Doncaster) que corrió discretamente en las pistas. En 1901 Dongola fue servida por Loved One y al año siguiente, ya propiedad de Henry Warig, nació Gondolette quien la sacó a vender de yearling en subasta donde fue adquirida en la modesta suma de 75 guineas por el Mayor Edwardes.
Gondolette ganó una buena carrera de venta en Epsom para su propietario y la potra fue adquirida en 800 guineas por Lord Westbury, en lo que fue un negocio redondo para Edwardes y pésimo para Westbury, quien poco después la vendió a Lord Wavertree en escasas 400 libras.
En 1912 Wavertree, propietario de lo que ahora es el Irish National Stud y excéntrico criador que creía en la influencia de las estrellas y en el horóscopo, puso a la venta en subasta a Gondolette que, preñada de Minoru, fue rematada para Derby en 1.150 guineas, suponiendo esta compra el definitivo golpe de suerte para el futuro de esta rama de la familia la 6e que se remonta a Old Bald Peg.
Gondolette físicamente era común y no destacaba especialmente, aunque estaba marcada con un carácter muy independiente y odiaba relacionarse con el resto de las yeguas del prado. Siempre solitaria, ninguna de sus compañeras de prado se le acercaba, insistía en acudir al abrevadero sola y si alguna otra yegua se acercaba mientras bebía las despachaba rápidamente guiñando las orejas y emitiendo con un gruñido. Todo un carácter.
En 1913, incorporada por Derby a Woodlands Stud, Gondolette parió su primer producto para su propietario; Una hembra castaña que fue bautizada como Serenissima.
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